Suspensión Temporal

A partir de hoy y hasta el 31 de Julio (31 agosto) no habrá nuevos episodios porque estaré trabajando en una novela para un concurso. Probablemente actualice algunos episodios pendientes (como el XXI), aunque no puedo asegurarlo, quiero dedicar todo el tiempo posible a este proyecto exprés.
Si alguien tiene interés en participar (o en saber de qué se trata), les dejo la liga a la convocatoria:
Primer Premio de Novela Latinoamericana | Playboy & Ediciones B
Suena... extraño, lo sé, pero el concurso me llenó el ojo. Originalmente apostaba por éste en el género de Romántica Paranormal, pero el tema libre del concurso patrocinado por la compañía del conejo me atrae más que la línea estrictamente melosa que pide "El Rincón De La Novela Romántica". Además, incluye una presentación de la obra premiada justo en mi ciudad ¡en la FIL! Cumpliría dos objetivos a la vez: ser publicado y presentar un trabajo en la FIL. Las regalías no son las más atractivas, pero me conformo con lo demás. Escribo por diversión, la idea de llegar al papel con el prestigio de una premiación es... emocionante. Basta para mí el gozo de ser leído.

¡Nos vemos el 31 de Julio (31 Agosto) lectores! Si no gano y la editorial descarta mi trabajo, cuando menos pondré una liga por aquí para que lo puedan leer.



Actualización: 17/07/2012:
Cambié la fecha para el 31 de Agosto, un mes más debído a retrasos no previstos y la intención de exprimir hasta el último día de la convocatoria.


La Sinfonía de la Sirena | El Despertar | XXII

El Diablo

–¿Me necesitas ahora –pregunta una voz, flotante en el viento -, Zorro redentor?
–Tengo frío, Seneél. Hace tiempo que no sentía el frío o el dolor… es como haber vuelto a nacer… ¿Qué es todo esto?
–No soy quién para dar respuesta.
El muchacho cayó de rodillas sobre la nieve y el viento lo rodeó. Miró la luna, el borde comenzaba a ennegrecerse por la sombra de la tierra, una imagen distante y cercana, el brillo de sus ojos reflejado en los ojos de alguien más. Seneél apareció frente a él. Estaba agotado, así que retrocedió hasta recargarse en un árbol para descansar; el lobo acudió a su regazo. A pesar de ser un fantasma de nieve, parecía desprender calor, o reflejar de buena forma el poco que salía del muchacho. El sueño lo dominó mientras abrazaba la figura de aquel animal para resguardarse del frío.
–Tengo miedo –susurraba temblorosamente una voz en su interior, era un sonido dulce y familiar. La voz brotó a sus labios y Seneél pudo escuchar aquella confesión muy cerca de su oído.

Sereno, el lobo permaneció vigilando toda la noche, hasta que cerca del amanecer se convirtió en un bulto de nieve. Mientras aquel viajero dormía al pie de un árbol cobijado por su guardián, en la comisaría de Deepwood, Denis preparaba el interrogatorio de Amos Crawford:
–El proceso será sencillo, señor Crawford, le haré varias preguntas, algunas parecerán obvias o poco relacionadas con el caso, le ruego que responda con la verdad y siempre de manera verbal, para facilitar la evaluación posterior.
–¿Para qué son todos estos trastos? –preguntó el viejo, señalando los cables adheridos a su mano.
–Es para registrar su reacción ante la pregunta o la respuesta… no es muy definitivo en determinar su veracidad; no tenga cuidado, esto no puede causarle daño alguno.
Después de explicarle brevemente su situación jurídica y el efecto de aquella entrevista, y tras confirmar su voluntad para proceder, el detective comenzó el interrogatorio, dictando a la grabación el protocolo de inicio.
Amos era un hombre soltero, estuvo casado un tiempo cuando muy joven, pero su matrimonio duró poco y así se quedó. Era un ermitaño, obsesionado por la caza, algo paranoico con respecto a las leyes y el gobierno de su país, indiferente ante cualquier religión, pero altamente dogmático con sus pocas creencias.
–Dejemos ya de lado su perfil personal y entremos de lleno en materia del incidente. ¿Qué hacía la noche en que Jacob Morrison fue asesinado?
–Estaba en casa, haciendo lo que cualquiera haría en mi lugar: ¡Nada! Muriendo del aburrimiento.
–¿Niega haber participado en la cacería de lobos ocurrida horas después de que apareciera el cadáver y de la cual se le imputan los cargos?
–No, sí participé… pero no lo tenía planeado, fue una emergencia que se dio en la madrugada.
–¿Considera que su “Aburrimiento” pudo haberlo incitado a salir para romper la rutina? ¿Tiene usted el hábito de salir por las noches cuando se encuentra enfadado?
–No, no… y me huele a que insinúa algo.
–Todo es parte del proceso señor Amos, le aseguro que no existe ninguna insinuación. Tengo entendido que fue un grupo de varias personas las que salieron de cacería; ¿Qué relación tiene con estos acompañantes?
–Son vecinos, pocas veces les he hablado en mi vida.
–¿Entonces niega cualquier tipo de organización por anticipado con ellos?
–Sí señor, lo niego. Ya le dije que fue algo que sucedió, ni siquiera me encontraba preparado.
–¿Podría describirme cómo es que “sucedió”? –Amos dio un respiro y se removió en su asiento antes de responder:
–No podía dormir, padezco de insomnio; últimamente me he puesto peor. Pasaba de la media noche… o algo así, no recuerdo muy bien, cuando escuché los espantosos gritos de una mujer vuelta loca. Salí para ver de qué se trataba; por el escándalo que hacía llegué a creer que la perseguía alguna bestia, así que llevé mi rifle.
»La mujer corría por los caminos, tocando en las casas, pidiendo auxilio; era la madre del muchacho. Varios vecinos fueron a calmarla, la gente se empezó a juntar a mitad de la calle, me acerqué también. Apenas si se podía entender lo que decía, pero todos comprendimos su problema; al enterarse, más de la mitad regresaron a sus casas y se encerraron bajo llave. Sólo los más prudentes nos quedamos con ella; en verdad éramos pocos.
»Llevaron a la mujer a su casa apenas se tranquilizó, una vecina suya se quedó a cuidarla. En la calle, un grupo de unos cuatro o cinco hombres hablaban del ataque. Uno era hijo de un granjero, decía haber perdido varias cabezas de ganado en los últimos días; otro aseguraba haber encontrado huellas de lobo muy cerca de su casa y que algo había hecho un desastre en su cobertizo; el resto hablaba de cosas semejantes, todas claramente relacionadas. No cabía la menor duda, así que fuimos tras los culpables: ¡los lobos de la reserva! Estaban fuera de sus límites, causando problemas en nuestros hogares; eran una amenaza –concluyó con seguridad, sonando el puño en la mesa; Denis sólo lo miró.

–Su reacción es comprensible, pero precipitada: hay leyes que protegían a esas criaturas señor Amos, leyes que irán en contra suya si no se demuestra que el muchacho fue asesinado por ellos... –se detuvo, ahora era él quien se reacomodaba en su asiento-. Hay algo que no me queda claro, dice que algunas personas se encerraron en sus casas después de escuchar a la madre de la víctima: ¿por qué? ¿Qué cosa los orilló a encerrarse?
–La muerte del muchacho, lo que la vieja decía… –Amos miró desconcertado a su interrogador-. ¡¿Así que no sabe lo que el pueblo cree de este asesinato?!
–Algo me han dicho; pero no omita detalles, cuéntemelo todo.
–La gente decía que él era un mal para Deepwood… que atraía el mal a este lugar. Aquella noche, bastaron unas pocas palabras de la mujer para convencerlos de que el mismísimo Demonio rondaba por nuestras calles, y que los devoraría si no volvían de inmediato a sus casas a rezar.
–Y supongo que ustedes, los que se quedaron, no creían esas historias.
–¡Definitivamente! –Volvió a sonar el puño-. Tengo bien puestos los pies en la tierra. ¡Yo no me trago cuentos! Sé que hay cosas ahí afuera mucho más peligrosas que sus necias supersticiones…
Guardó silencio, sus labios temblaban; Denis miraba atentamente el monitor de su computadora: aquello era lo que esperaba, un argumento con fuerza, debía sacarle provecho:
–¿Cree usted en el Diablo, señor Amos?
El hombre torció los labios en una falsa sonrisa, de su garganta escapó un gruñido lleno arrogancia –¡¿Que si creo en el Diablo?! No sé de qué “Diablo” me esté hablando. Si es al que temen los ingenuos de aquí, le repito que no; aunque ellos, a pesar de su ingenuidad, tuvieron razón en temer aquella noche. ¿Que si creo en el Diablo? ¡Yo enfrenté al Diablo! Y hoy sé que por fin lo he vencido.
–¿De modo que usted cree…?
–¡¿Que aquella noche el Diablo rondaba Deepwood?! –Cortó elevando tanto la voz, que se le rompía-, ¡Por supuesto! ¡Salimos a cazarlo! Lo encaramos… y le dimos muerte, vengando así nuestras desgracias.
–¿Venganza? Exterminó a los lobos… ¿por venganza? –Denis estaba impresionado, no esperaba que su pregunta lo llevara por aquel camino. Los indicadores se habían vuelto locos, Amos respiraba con agitación, tenía el rostro enrojecido y los ojos llorosos; su respuesta fue afirmativa-. Señor amos, esta información es poco relevante para el caso, pero: ¿de qué tendría que vengarse?
El hombre permaneció en silencio, cabizbajo, luego comenzó a relatar:
–Fue hace ya algunos años, salí al bosque acompañado del único amigo leal que he tenido en la vida: mi fiel perro cazador, “Capitán”. Seguíamos un hermoso ciervo, lo encontramos en un río cerca de la reserva, pero aún dentro del territorio de caza. Era un día blanco, de nubes cerradas y ventiscas sin tregua; las últimas del invierno. Capitán corría tras el ciervo, yo trataba de seguirle el paso, pero no pude, me detuve a respirar y lo perdí de vista. Me había dado por vencido, habría llamado a mi perro al instante si no me hubiera faltado él aliento ¡Maldito enfisema! Todavía lo escuchaba ladrar, pero sonaba diferente, algo no andaba bien. De pronto chilló, de una forma horrible, saber que estaba en problemas me sacó fuerza.
»Llegué al lugar, un lobo le cerraba el paso y dos más arrastraban al ciervo muerto. Mi perro sangraba, pero no se rendía, trataba de acercarse al ciervo a como diera lugar. Hizo un movimiento rápido, tratando de burlar al lobo por un costado, pero este lo prendió por el cuello con las mandíbulas y comenzó a sacudirlo violentamente, como si fuera de trapo. Grité de horror al ver aquello, alcé mi arma pero no podía disparar sin herir también a mi perro. Le gritaba para que se detuviera, pero aquel monstruo no me tomaba importancia. Mi perro chillaba de dolor, sus chillidos me dolían, la nieve se llenaba de sangre, no podía soportarlo, en un arrebato de rabia me arrojé al frente, directo a golpear con la culata de mi rifle, pero un cuarto lobo apareció de la nada. Me saltó encima mordiéndome el brazo, el mundo me dio vueltas y caí de golpe.
»Quedé desarmado, la bestia que me atacó estaba frente a mí, pelando los dientes… su cara arrugada me amenazaba, no podía moverme. El otro dejó por fin a mi perro, le había desprendido la piel del cuello, un trozo le colgaba del hocico. Capitán se humillaba con la carne expuesta en la nuca, lleno de sangre y temblando. ¡Aquel cabrón no le tomaba importancia! Estaba parado ahí, arrogante, viéndome con la cara chorreada; soltó el trozo que le arrancó a mi perro y empezó a caminar hacia donde estaba yo, los otros dejaron el cadáver del ciervo para seguirlo. Era mi fin: en aquel momento encaré al Diablo.
»Ya estaban muy cerca cuando Capitán se levantó, atacando a uno de ellos. Comenzaron a pelear, cuatro contra uno; ¡hijos de puta! Nada les costó acabar con lo que quedaba de él. Jamás olvidaré aquel horrendo sonido, un crujir como de ramas húmedas: le arrancaron la mandíbula y luego se marcharon, llevándose como trofeo su sangre en la piel. Capitán convulsionaba en la nieve, me acerqué a él, se apagaba. Lo toqué, estaba frío, creí que había muerto y comencé a llorar, pero sus ojos se abrieron… me miraron con debilidad: era una mirada cansada, noble… me imploraba ayuda para terminar aquello ¡Mi fiel amigo! Era lo menos que podía hacer, su compañía me había hecho más feliz que la de nadie más; se había sacrificado para salvarme, ninguna otra persona habría dado tanto... busqué mi rifle y lo coloqué detrás de su cabeza… disparé.
El hombre enmudeció, no pudo decir más. Tenía los ojos abnegados de lágrimas y los labios le temblaban sin control; era rabia y dolor lo que atrancaba su lengua. Denis sentía compasión por él, pero no podía justificar sus actos, mucho menos si, como creía el comisario Greene, aquel hombre había participado en el asesinato de Jacob Morrison con tal de conseguir gente e indulgencia para tomar venganza.
–Puedo entender su odio, señor Crawford, supongo que desde entonces ha buscado venganza.
–Sí, desde aquel mismo día; intenté seguirlos, pero les perdí el rastro. Ya había agotado mis fuerzas tratando de enterrar a mi perro en el lugar, lo sepulté en la nieve con mis propias manos, pues no llevaba nada que me sirviera para eso; la mordida de mi brazo tampoco ayudó. Regresé al pueblo, le conté todo al Comisario, me remendaron la herida, pero me reprendieron diciendo que estaba dentro de terreno protegido. Yo sé que no fue así, sé que esas criaturas rondaban fuera de la reserva y sé que me atacaron en un lugar fuera de ella, pero el comisario siempre me ha llevado la contra… ¡qué va a saber él! Ni que hubiera estado ahí. Nunca pude probar nada.

Denis recordó entonces la treta de Amos en la granja Walker que el Comisario Greene había mencionado cuando se lo presentó. Le hizo una pregunta para indagar sobre el asunto.
–Necesitaba el respaldo de otro habitante para demostrar que los lobos estaban fuera de sus límites –decía el hombre-, la presión me orilló a hacer lo que hice. Después de aquel incidente el ayuntamiento empezó a tomarme por un loco… me multaron, quitándome parte de mi pensión para cubrir los daños. Desde entonces el comisario me ha tratado con malicia… aquello fue lo último que intenté, ya no tenía más. Me quedé esperando que las cosas solas se dieran.
–Señor amos –Denis fijó su mirada en su interrogado, habían llegado al punto que deseaba abordar-, ¿tuvo usted algo que ver con el asesinato del joven Morrison?
–No, nada. Sé que el comisario desconfía de mí, pero no me atrevería a dañar una persona para conseguir lo que buscaba. Ni siquiera a ese muchacho.
–¿Cómo que “ni siquiera”? –Ante esta pregunta, Amos volvió a sonreír de forma soberbia, ya estaba recuperándose.
–Es que él en verdad tenía mala fama, señor detective. Corrían todo tipo de rumores y cuentos de viejas. Con decirle que hasta había un grupo de oradoras en la iglesia que rezaban pidiendo porque “Dios quisiera” que el chico se fuera pronto; el cura las reprendió públicamente un día, uno de esos en los que por casualidad voy al templo. La gente creía que él hacia invocaciones demoníacas en alguna parte del bosque. Salía todas las noches de luna llena, quienes lo veían partir decían que llevaba cargamento como para dormir allá. Cuando el cielo estaba despejado podía distinguirse una delgada columna de humo elevándose entre los árboles, pero nunca nadie se atrevió a seguirlo.
–Si nadie lo siguió, ¿por qué la gente se hizo esas ideas de él?
–Fue por su padre: era hijo de sioux, un administrador de la reserva. Cuando el muchacho era pequeño su padre lo llevaba al bosque seguidamente. Llegué a cruzar algunas palabras con el hombre, me sermoneaba por mi gusto a la cacería: no era más que otro maldito ecologista, pero la gente creía que él defendía algo más. Este pueblo está repleto de lengüilargas, todo mundo dice barbaries de lo que no conoce. Estaban convencidos de que el hombre tenía conocimientos de brujería y que le enseñó a su hijo las negras artes; que podía hablar con los animales gracias un don concedido por el Diablo en persona y que incluso buscaba relaciones carnales con las bestias del bosque.
–¡Vaya calumnias! –exclamó con impresión fingida, aunque Amos no lo notó.
–Es lo que dicen las malas lenguas… cuentos de viejas, ya se lo dije.
–Y así sin más la gente terminó creyendo lo mismo del hijo.
–“De tal palo tal astilla”: ya ve lo que dicen. Así es la gente de por aquí.

Denis se relajó en su asiento, después de meditar un poco, agradeció a Amos por el tiempo; aquel encuentro había terminado. Le ayudó a quitarse el equipo de la mano y desmontó todo, luego llamó al comisario Greene para devolverlo a su celda.
Aunque el interrogatorio se había desviado un poco del tema central, había sido bastante revelador para Denis. De cualquier forma no esperaba mucho. Comunicarse con el comisario y seguir el protocolo de su agencia policiaca era sólo la cortina de humo que le permitía estar ahí con toda la buena influencia de la guardia federal. Había viajado cientos de kilómetros para buscar lo que quedaba del muchacho y aquello sólo era perder el tiempo. Las paredes recuerdan y hablan sin discreción, si algo le había quedado claro después de aquella entrevista era que Deepwood escondía muchos secretos, y no sólo el comisario Greene o la guardia federal tenían interés en descubrirlos, por eso estaba ahí. A alguien más debía rendirle cuentas de lo que consiguiera saber, un grupo de gente con la que se reunía en secreto; de no ser por ellos habría rechazado el caso. Era un intercambio de beneficios, les diría lo que buscaban saber y fortalecería su relación con ellos. Ya comenzaba a contagiarlo su interés por el muchacho, definitivamente tenía algo especial: tantos rumores en torno a él y su padre, tantos factores involucrados… entendía por qué la voz de su hermana lo llevaba por aquel camino.

Kilómetros lejos de la comisaría, el viajero de cabello blanco navega en un mar de sueños recostado al pie de un árbol. ¿Qué es la verdad sino la memoria? No hay realidad más sólida que la certeza que nos brindan los recuerdos; en su ausencia, nos transforman en la nada.
Un nombre se ha perdido en el viaje, un nombre que sus labios buscan con ansiedad, pues se ha vuelto impronunciable. La influencia de un ser ajeno y distante presiona su mente para devolverlo; aunque su guardián vigile con mesura aquella sombra azul, es incapaz de actuar en su contra, sólo observa. Aquel nombre suena entre las murmurantes lenguas del pueblo donde surgió, el nombre de un joven muerto: Jacob Morrison.


Mantenimiento y exámenes

Hace varios meses que Blogger anda ofreciendo su nueva interfaz, aunque ya la había experimentado, no la usaba por defecto. Desde mediados de marzo (que recuerde) se ha mostrado un anunció con el cambio definitivo durante abril, o al menos eso entendía. Afortunadamente no fue así, no aún. ¿Por qué es afortunado? Pues porque parte del código que desarrollé para este blog no funciona bien en la nueva interfaz, y no es algo estético, sino más bien relacionado con la publicación de nuevas entradas o actualización de las que ya están, y es que el nuevo editor guarda de forma diferente el texto.

He trabajado en correcciones del código desde hace mucho, un algoritmo totalmente nuevo que hace uso de funciones DOM para editar el aspecto (DOM viene siendo la página tal cual tiene consciencia de ella el navegador, como en forma de un árbol familiar), es un proyecto algo vanidoso que funcionaría igual a lo actual pero de forma más fina, aunque con más líneas. Lo que uso actualmente (y todavía en fechas de esta publicación) está fuera del estándar, o eso dicen los expertos.
Ya conseguí hacerlo funcionar con el cambio de blogger, aunque no es un desarrollo terminado ni hace uso de esas funciones DOM con las que jugaba hace meses. Estoy revisando su comportamiento en un blog de pruebas y dándole mantenimiento a otras cosas, estoy en fechas de exámenes y en verdad se ha puesto dura la situación, no lo he aplicado aquí por miedo a romper algo y no poder pegarlo pronto.

Lo último que publiqué anunciaba una nueva entrada programada que no ha visto la luz. No quiero prometer más fechas porque luego quedo mal, pero es seguro que de esta semana no pasa. Cancelé su fecha por cambios de último momento, luego llegó mi vida fuera del teclado y me arrastró por dos semanas hasta el día de hoy.
Con todo y eso pude actualizar detalles del Episodio X, quedan pendientes el XXI (por recomendación de lector, justa y necesaria) y otras revisiones menores que surgieron durante esta epifanía. Reitero que lo que subo aquí son borradores, y no representan la totalidad de la novela ni su versión definitiva, estoy abierto a correcciones y sugerencias.
Gracias por seguir este proyecto, espero recibir de nuevo su visita.



Actualización 15/05/2012
Ya he actualizado la plantilla del blog con nuevos códigos. Sigo en la labor de implementar algúnos cambios, pero ya es totalmente compatible con el nuevo editor de blogger y puedo respirar a gusto. Si encuentran algúna anormalidad, agradecería mucho que me lo informaran.
Por esto, y un poco por la situación del país (si no eres méxicano, al menos puede que hayas escuchado que estamos en elecciones), me he retrasado con la actualización de ayer. No ando de militante, pero si he centrado mucho mi atención en el tema, informándome en las redes y compartiendo mi punto de vista en diversos grupos. Aunque esas son cosas que no le corresponden a este sitio.