¿Lo escuchas?, ¿puedes escucharlo? Algo se acerca… ¿Escuchas? Es el sonido de la muerte, ya viene.
Me aterraba la idea de salir, mi cazador merodeaba en la oscuridad, podía escucharlo. Se disfraza de un blanco plumaje, sigiloso te cubre, sombra fugaz y nocturna, ángel o demonio de enormes ojos que arrebata la vida del suelo. Debía arriesgarme, mis crías necesitaban comida, no tuve otra opción. Aquella fue la última vez que les vi. No lloren hijos míos, mamá volverá pronto, traten de dormir.
El viento… ¿lo escuchas? La sinfonía nocturna, el murmullo de tantos seres que, al igual que yo, buscan alimento protegidos por la oscuridad… no, sólo escucho el silencio. Repentinamente cesó aquella música que llenaba el viento. El silencio inquieta mi alma, algo se acerca, ¿qué es eso que calla a los demonios de la noche?
Escucha… pisadas sobre la nieve, un ser de gran tamaño; algo anda sin rumbo entre nosotros, ¿qué será?
Ahora lo veo: es un ser errante. Noto el miedo en sus ojos, huelo la inquietud en el aire que lo rodea, percibo la locura haciendo vibrar el suelo que pisa con su descarriado andar. El enfrentamiento a una nueva verdad, el punto de partida hacia un nuevo destino, la inquietud y el miedo de viajar: abandonar lo conocido y enfrentar lo que está por suceder en ese incierto mañana.
En el pasado abandoné mi mundo, creí que el camino de los míos no era mi camino, no era por el que deseaba andar. Así abandoné a mi familia. Al principio me mantuve cerca, vigilante; no parecían echarme de menos, no faltaba en sus vidas. Finalmente entendí que yo era quien los necesitaba, pues seguía ahí, deteniendo mi andar sólo para mirarles con nostalgia. Había dado el primer paso y ya nada me haría volver.
¿Qué es un viaje? El camino, el tiempo, los lugares; todo lo que atraviesa un ser antes de encontrar su destino… pero, ¿se puede viajar ignorando el destino?, ¿habrían conocido nuestros ancestros su destino antes de comenzar el viaje que nosotros intentamos concluir? Incierto, todo eso es incierto, y es imposible conocer la verdad. Inicié mi propio viaje sin conocer mi destino, a fin de cuentas ¿qué es un destino en sí? Si hubiese fijado mi meta, habría fijado también un límite a mi vida. Preferí viajar con una venda en los ojos.
Una vez vi a un hombre llevando un grupo de ovejas a través del campo. ¿Conocían las ovejas su destino? No lo creo; mientras el pastor las guíe, ellas le seguirán, pues las ovejas desconocen lo que son y se limitan a lo que les permitan ser. ¿Guiaba algún pastor a nuestros ancestros cuando comenzaron el viaje, nos guía alguno ahora?
¿De qué se trata esto, es la voluntad del pastor la que mueve a todo su rebaño? ¿Qué son las ovejas, sólo objetos o posesiones para él? ¿Y qué hay de ellas, tendrán un mínimo de conciencia de lo que son? Es ahí donde la verdad es mentira y la mentira se transforma en realidad, la realidad en una cura y la cura en una venda que cubrirá el rostro del rebaño para que sus corazones no se inquieten. La venda será su cura, y esta cura será su realidad, pero esta realidad ya no será jamás una mentira, pues sus almas la conocerán como verdad. Entonces, los cuerpos del rebaño serán solo un instrumento, y sus almas dormirán tranquilas dentro de él. ¿Por qué, por qué andar ese viaje que el pastor guía?
¿Entonces qué son?: Seres que se han transformado en el cuerpo de algo más, un cuerpo que mantiene vivas sus almas, en cuya conciencia duerme la semilla de un dios. Ese dios, ese pastor, existe en sus cuerpos siendo ellas uno sólo; un pastor que existe a raíz de ellas. ¿Son distintos los hombres, no se han unificado y proclamado como dioses en incontables ocasiones? Ellos, guiados por su pastor, sin conocer su destino, caminan por esa senda, ciegos, sin mirar el suelo que pisan. Y aun así desean ver.
Si el rebaño conociera de golpe una verdad distinta ¿le lastimaría, heriría su alma? El ser que vi en el bosque era un joven humano; cuando me alejé de los míos, mi incierto futuro estremecía mi alma, pero nunca llegó a aterrarme de tal manera. El rostro del joven era más bien el rostro de un ser a quien de golpe se le ha extirpado de lo conocido, de lo que era su hogar, de lo que era su venda. No todas las ovejas seguirán al pastor, habrá algunas que, impulsadas por voces en el aire, se abrirán camino a través de sus propias sendas. Mi curiosidad y arrojo me separaron de los míos, pero, ¿qué habrá separado a él de los suyos como para impactarlo tanto?
Al final mi destino fue complaciente. Encontré un nuevo hogar, encontré a más seres como yo, pude formar una familia, completando así el ciclo de mi vida; dando al fin, en su última etapa, lo que se me entregó en el principio: la oportunidad de vivir. ¿Por qué partí? No lo sé con exactitud, sólo me dejé llevar por esas voces inquietantes.
Aquel muchacho pasó frente a mí sin notar mi presencia, un roedor de campo es demasiado pequeño para darse a notar en aquella situación. Permanecía oculta al pie de un árbol, mirándole, cuestionándome el porqué de su perdido andar. Admiraba su cabello, era del color de la luna y reflejaba la poca luz de esta que conseguía atravesar el espesor del bosque. Aquello era nuevo para mí, había visto humanos antes, nací en un lugar habitado por ellos, pero nunca había visto uno como aquel, ¿acaso tan parecido a mí?
¿Qué somos?, ¿somos todos seres errantes que no conocen su destino, abandonados en este mundo? ¿Deseamos nacer?, ¿qué mueve entonces nuestros cuerpos?, ¿acaso el deseo de un dios?
Escuché un aleteo en el aire, pero ya era demasiado tarde; antes de que pudiera hacer algún movimiento, algo me golpea con violencia en un costado. Me cubre todo el cuerpo; cual ángel que cobija con sus alas a su protegido, mi cazador me envuelve en las suyas. Me clava sus garras en el pecho, atravesando mi corazón, deteniendo sus latidos. El mundo que conocía se tuerce ante mis ojos en un remolino de dolor. Todo pierde su forma y sentido, nada es ya más que un débil susurro de luz en la oscuridad de la muerte.
¡Oh ángel de blanco plumaje! Desgarras mi cuerpo con tus fauces, bebes mi sangre y devoras mi carne. Mi cuerpo alimenta tu cuerpo, mientras tu deseo inmortaliza mi alma. Sobre tu lomo atravieso volando la oscura cortina que oculta la última verdad, mientras a tus oídos llega, cual dulce canción, el sonido de los últimos latidos de mi corazón.
¿Escuchas? Desde aquí puedo escuchar, creo… No sé qué soy: ¿trozos de carne descomponiéndose en las entrañas de una lechuza, un instrumento para mantenerle viva?, ¿la herramienta mediante la cual se mantiene en pie para continuar su camino, como lo es el rebaño para su pastor? Me fundo con mi cazador, quien se fundirá con la existencia: sólo somos materia. Por poco tiempo mi alma permanece unida a mi cuerpo; a pesar de la experiencia, no es algo que me importe más, ya no tengo necesidad de ello. He partido de este mundo, ahora pertenezco a algo más grande. Por más rápida que llegue la muerte, siempre será lenta de sentir, pues es ahí donde el tiempo deja de importar.
La duda no existe más: soy también una herramienta; pero nunca fui guiada ciegamente por la voluntad de un pastor. De haber sido así, aquí, siendo lo que soy, me encontraría cara a cara con él. Mas no es así, es algo más grande, algo que aún no toma forma. Para mí, eso ya carece de importancia: hoy sólo soy, y Él sólo es.
No guardo rencor a mi asesino, ha sido él quien me abriera las puertas hacia la eternidad. Rencor siento hacia mí, por haber fallado a mis crías. De ellas dependerá ahora su destino, nada más puedo hacer. Yo, su herramienta, al servicio de la vida y no de un pastor, les he fallado. Caí al titubear sobre mi realidad. Sé que lo lograrán sin mí, deseo que así sea y para mí así será, pues esa es ahora mi verdad y no conoceré alguna otra jamás. Duermo tranquila.
Mis ancestros no fueron guiados por una promesa o un pastor, sino por su propia voluntad para vivir y dar vida: el más puro sentimiento de amor. Guiados por su instinto y carácter de creación, no por órdenes. Lo sé, pues en un tiempo yo fui guiada por esa fuerza. ¿Cuál es el deseo de un dios?, ¿tienen la inmortalidad asegurada?, ¿es por eso que el pastor guía un cuerpo que el tiempo no podrá aniquilar, a menos que su voluntad la extinga la duda?
¿Escuchas esas voces en el viento? ¿Las escuchas? Tú que me puedes oír a mí, ¿las escuchas?
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1 de octubre de 2008, 18:23
=)
espero con ansias las nuevas entradas
Buena vibra!!!
15 de enero de 2012, 5:20
Tu blog es precioso :).
¡Te sigo! ^__^
15 de enero de 2012, 13:55
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